Promueve Manuel Cota monedas conmemorativas del centenario de la Ley agraria
En su exposición
de motivos, el senador y dirigente de la Confederación Nacional Campesina,
precisó que la Ley Agraria de 1915 fue el primer ordenamiento nacional que se
estableció como rama autónoma y específica, empeñada en rescatar los objetivos
fundamentales de las luchas agrarias que dieron origen a la Revolución
Mexicana.
Lo anterior,
como parte de las celebraciones durante todo este año, que están a cargo del
diputado federal José Antonio Rojo García de Alba, en su calidad de presidente
del Comité Nacional para los Festejos del Centenario de la Promulgación de la
Ley Agraria del 6 de Enero de 1915 realizada en el gobierno de don Venustiano
Carranza y que fue el detonante para la distribución de más de la mitad del
territorio mexicano, a ejidos, comunidades y pequeñas propiedades rurales.
En su exposición
de motivos, el senador y dirigente de la Confederación Nacional Campesina,
precisó que la Ley Agraria de 1915 fue el primer ordenamiento nacional que se
estableció como rama autónoma y específica, empeñada en rescatar los objetivos
fundamentales de las luchas agrarias que dieron origen a la Revolución
Mexicana.
Sus principales
consignas convertidas en norma, fueron: la justa repartición de la tierra
mediante el expolio de las haciendas, y “la tierra es de quien la trabaja”, que
años antes había prohijado Emiliano Zapata en el Plan de Ayala, promulgado en
1911.
La base para la
redacción a cargo del abogado Luis Cabrera, en ese tiempo secretario de
Hacienda, de lo que constituyó el primer documento jurídico en materia agraria
radicalmente avanzado para su época, rompió con esquemas antiguos de la
clasificación doctrinaria del derecho público y privado, como lo fue el derecho
social.
El apartado de
los derechos sociales fue consagrado en la Constitución de 1917, promulgada por
el Congreso Constituyente durante el gobierno de Carranza en febrero de 1917 en
la ciudad de Querétaro.
La Revolución
Mexicana, que estalló en 1910 encabezada por Francisco I. Madero, marcó el
inicio de una etapa determinante que dio vida a la exigencia pública por una
mejor distribución de la tierra. Esta acción sentó las bases para lo que
después tomó forma a través de la más reconocida de las consignas de esa
revolución: “la tierra es de quien la trabaja”.
Fue Francisco I.
Madero el primero que estampó en un documento revolucionario, como lo fue el
Plan de San Luis, no sólo para convocar al pueblo de México a derrocar por
medio de las armas al gobierno de Porfirio Díaz, sino además el propósito de
restituir las tierras a favor de los campesinos.
Ya en 1911, ante
las dificultades que enfrentaba el gobierno maderista, encontramos en el Plan
de Ayala de Emiliano Zapata, un documento renovador de la causa agraria de la
Revolución, que reafirmó la exigencia inmediata y efectiva de la restitución de
las tierras a los campesinos.
Asimismo, el
Plan de Guadalupe propuesto por Venustiano Carranza, cuyo objetivo era
contrarrestar la pretensión de Victoriano Huerta para legitimarse, fue
determinante para restablecer el orden político y jurídico en el país, al
encontrar el respaldo de las principales figuras revolucionarias como Francisco
Villa, Álvaro Obregón y Emiliano Zapata.
Todos estos
documentos son claros antecedentes que hicieron posible que se expidiera la Ley
Agraria del 6 de enero de 1915.
Gracias a esta
Ley y a través de sus cien años de vigencia, hoy en día existen casi 32
mil núcleos agrarios con alrededor de 100 millones de hectáreas –la
mitad del territorio nacional--formados por campesinos, comuneros, ejidatarios
y propietarios rurales quienes contribuyen día con día al sustento alimenticio
de la población del país y, con su esfuerzo y trabajo, son factores
fundamentales para el desarrollo agropecuario, forestal y pesquero del país.
Promueve Manuel Cota monedas conmemorativas del centenario de la Ley agraria
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El Obturador de NaYARIT
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9:21:00 p.m.
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