“LA ESTIGMATIZACIÓN SOCIAL COMO CAUSA PRINCIPAL DEL MALESTAR PSIQUICO EN LA MUJER TRANSGRESORA”


















Por: Alejandra Citlaly Rosales Rodríguez

La mujer no nace dependiente, se hace dependiente (Lagarde 1991).  Silvia Tubert (1990) mencionaba que los bebés eran moldes vacíos que se rellenaban de las identidades masculinas y femeninas.  Desde el comienzo de la vida de cada mujer se le marca con conceptos, aptitudes y conductas por las que debe funcionar.   Delicada, pasiva, frágil, amorosa, tierna, sumisa, obediente, educada, limpia, servicial, cariñosa, dócil, vulnerable, dependiente, dadivosa, emotiva, etc., desde la primeras etapas de vida se introducen estos mensajes simbólicos en la subjetividad estereotipadas del género femenino. “La persona no es innata se desarrolla con el tiempo”.
Se recuerda que la base de la estructura de la personalidad, así como las motivaciones y necesidades que ésta tendrá para conducirse en su vida, tienen su inicio en los primeros años de vida, lo que se ha llamado, “infancia temprana” (Klein, M. 1971, Allport, 1961).  Durante este tiempo se desarrolla el autoconcepto: sentido de identidad, amor propio, extensión de la persona, pensamiento racional, entre otras, es decir, aquellos rasgos vitales para las funciones de la personalidad.
La Identidad, rasgo esencial en la estructura de la personalidad, es lo que se piensa acerca de quién es, la imagen general de su capacidad, así como lo que le diferencia del otro.   Se trata de una construcción cognitiva de un sistema de representaciones descriptivas y evaluativas respecto al “YO”, lo cual determina cómo se siente en relación a sí mismo(a) y orienta las acciones de desarrollo del individuo, de sus relaciones interpersonales y espacio que tiene en el mundo.  La identidad del YO es un producto que se forma en el proceso de sociabilización. La temprana instauración de la categorización sexual juega un papel esencial en la organización universal del psiquismo, incidiendo en el desarrollo cognitivo y psicosocial de la personalidad en el desarrollo humano.
La construcción de esta primera identidad es donde se introyectarán las pulsiones, necesidades, deseos, intereses, normas y valores que motivarán el funcionamiento de su YO, los cuales se introducen al ser por medio del aprendizaje. 
 Se puede afirmar que es cuando adquiere la identidad de sentirse “niña”, diversas teorías sobre el aprendizaje psicosocial apoyan dicha afirmación (Papalia. E., Wendkos, S.,Duskin, F. 2001). Esta adquisición es siempre consecuencia de un entrenamiento determinado.” El aprendizaje es un factor elemental para generar las creencias o pensamientos por las cuales cada individuo será influenciado para actuar o comportarse ante la sociedad (Beck 2002).    Otro elemento importante es la cognición, que refieren a que el individuo además de adquirir la información la procesa, donde cada quien es pensador(a) y creador(a) de su propia realidad además de darle estructura y sentido, lo que es manifiesto a través de sus conductas.  Piaget desde 1979 hablaba sobre la estructura del pensamiento y la forma en que la mente procesa dicha información,  y determinó cuatro etapas para referirse al desarrollo cognoscitivo: mencionaba que del nacimiento a los dos años aproximadamente los infantes conocen el mundo sólo por ver, agarrar, comer y escuchar;   de los dos a los siete años las y los niños forman conceptos y poseen símbolos como lenguaje para comunicarse. Los conceptos están limitados a su experiencia inmediata personal, los pensamientos tienden a ser abiertos y concretos, irreversibles y egocéntricos por lo que aún no pueden clasificar objetos ni acontecimientos. La manera en cómo debe de ser una niña se aprende en este periodo de tiempo, es como si le dieran las reglas con las que va a jugar por el resto de su vida. Por medio de estas vertientes: el aprendizaje y la cognición.

Mujeres Dependientes

Es real que el ser humano es un ser interdependiente que necesita de otros para vivir en sociedad, pero la dependencia que se plantea a continuación es la que incita el cautiverio de la autonomía y la autosuficiencia de la mujer mexicana, por consecuencia provoca malestares emocionales y ésta involucra a todo lo que es externo a ellas. Primero, es dependiente de los padres y las madres, de su aprobación y de la conducta propia de una niña. Después de ser elegida por un hombre para ser la esposa “de” y posteriormente la madre de los hijos “de”.
            La mujer aprendió a depender de las emociones y de la aceptación de los y las demás, se le enseñó a que ella debe proporcionar amor, “pseudoamor”.
            La mujer debe ser monógama y mono amorosa  -menciona Marcela Lagarde en 1990-, debe de brindar comprensión, servicio, atención a los demás, inclusive puede llegar a sentirse responsable por la felicidad, bienestar, deseos, elecciones y malestares de los otros.  Esto es una necesidad para sentirse mujer. Necesita que la necesiten (Norwood, R., 1986).  Ella tiene que dar, y busca cualquier manera de suministrarlo y de seguir dando aunque se encuentre de por medio su integridad emocional o física, esto la incita a olvidarse de sí misma y de sus necesidades intrínsecas (Baker. M. 1992), porque él no dar la convierte en una mala mujer (Lagarde 1990). Esto como se ha mencionado lo aprendió, y sutilmente algunas mujeres han sublimizado esta necesidad de dar y se han convertido en enfermeras, secretarias, psicólogas, maestras, educadoras, etc., profesiones que son desempeñadas generalmente por mujeres y cuyo objetivo es el servicio a los demás.
         La dependencia hacia los otros también se hace evidente en su preocupación sobre cómo la perciben los otros, tanto hombres como mujeres.  La pretensión de cumplir con los lineamientos de belleza tradicional, la búsqueda de agrado y de reconocimiento, la hacen involucrarse en malestares psíquicos y en exigencias respecto a su imagen física y conductual para los demás.   Esto por consecuencia la involucra en problemas interpersonales como la competencia con otras mujeres, la envidia, la crítica, y la desvalorización de su mismo sexo con el objeto de minimizar a la otra, y verse en una posición más alta que ella.  Ser la más bonita, ser la más guapa, no ser una “mujer fácil”, es producto de un ensalzamiento y de esto depende la tranquilidad emocional para algunas mujeres.
           La dependencia de afecto, el sentirse amada, acompañada, rescatada, protegida, es una de las necesidades primordiales en la búsqueda de la estabilidad psíquica pero ésta debe de provenir de un hombre, así cumplirá sus expectativas de obtención de afecto que ha aprendido  (Tubert, 1990).
          La dependencia al sufrimiento produce una ganancia secundaria en la mujer, ya que por medio de ésta manipula para recibir consuelo y el afecto que necesita para sentirse amada.  Porque otro de los mensajes introyectados es: que para ser una mujer debe ser amada por todos y provocar ternura y cariño. Necesita que los demás la quieran, necesita que los demás la reconozcan, ser la mejor madre, ser la mejor hija, ser la mejor esposa, ser la mejor mujer, ser la mejor profesionista.  Aprendió a utilizar la indefensión y debilidad para depender de un abrazo externo, para sentirse a salvo, y la manera en que lo obtendrá es comportándose como lo tiene y debe  hacer una mujer.
           Freud y Heged desde su enfoque psicoanalítico afirmaban que la mujer nunca resuelve satisfactoriamente su Edipo (Elecktra) y “permanece ligada a la figura del varón, lo que la hacía caprichosa, dependiente, infantil, incapaz de pensar y tomar decisiones por su cuenta, experta en lenguaje indirecto y maledicente. Como consecuencia, el superyó femenino adolecería de una debilidad constitutiva”
           Se dice que la mujer complementa su ciclo vital cuando consigue casarse y tener hijos.  Debe hacerlo joven, depende de eso cumplir con su rol.  Ante la sociedad el no hacerlo es castigado y juzgado, se considera “una fracasada”, “una solterona” (Navarro, 2007; Schnaith, 1991), no tener hijos es antinatural, es egoísta y eso no corresponde a la filantropía de la mujer.
            En la actualidad, es verdad que la mujer ha posicionado proyectos de vida que no van relacionado con ser madres o esposas, o amas de casa, sino con el hecho de ser profesionistas eficientes y exitosas, pero inclusive esa meta social es originada de la motivación a ser reconocida por los demás.   Depender del aplauso y la aprobación de los otros, padres, amigos, parejas, de mostrar a los demás su superioridad buscando posicionarse en lugares que históricamente le corresponde al hombre, porque se ha dado cuenta que son precisamente estas posiciones ocupadas por el hombre las que son valoradoras socioculturalmente, ya que el ser madre o ama de casa socialmente no es valorado, sino que se ha visto como algo natural, así es y así debe de ser.   Aunque de alguna manera, el inconsciente disfrace astutamente la dependencia del reconocimiento y aceptación de los demás, que es el origen real de su motivación, y por lo tanto sea incapaz de reconocer este hecho (Navarro 2007).

                                                   “Mujeres  Rotas”
“Son mujeres rotas interiormente porque, debido a hechos que
no dependen directamente de ellas, se ven obligadas compulsivamente
a dejar de ser lo único que saben: ser de otros. Cuando los otros
se ausentan de sus vidas, sucede el vacío y la articulación.”
Marcela Lagarde

Nelly Schanaith en el libro “La Bella (in) Diferencia” en 1991, explica basándose en lo expresado por Freud y Nietzche, la forma en que algunas mujeres han logrado sentirse independientes de todo lo referido anteriormente.   Expone desde su percepción y dice: “La única libertad alcanzable, sin salir del cuadro de la dependencia, se obtiene por caminos desviados, desplazados, subrepticios. Ésa es la única forma de dominio que le ha sido permitida, culturalmente hablando, a la mujer; la activación de mecanismos perversos para revertir su propio sometimiento.  Por cierto, sólo el fracaso pudo sellar esa salida. Los seres a quienes se prohíbe la verdadera satisfacción de la acción, encuentran una vía de escape que consiste en actuar por reacción. Sin llegar a la negación combativa oponen al dominador un “no” interior inconfesado que por tanto, se expresa en formas indirectas, por medios trastocados y sustitutivos.”   Los múltiples caminos en que ella misma se ha colocado, algunas veces se han desviado en cuanto a la búsqueda de una condición armoniosa de su dinámica psicológica, por el contrario, han obstaculizado más su camino autodestruyéndose, provocando nuevos malestares internos sumados a los arraigados debido a su historia de vida.
A las mujeres que no pueden o no quieren apegarse a su rol, se les ha visto como “Transgresoras” (Lagarde, 1990).   Algunos de estos caminos que ellas se han visto en la necesidad de elegir, o han sido arrastradas a ellos por aspectos sociales, son: la drogodependencia, la prostitución, las mujeres sin techo o indigentes, entre otras.
Por tanto, es importante incrementar los caminos hacia la investigación del tema,  y difundir la información anteriormente señalada,  así como exponer públicamente estos elementos sociales y culturales que han arrastrado a la mujer a asumir el rol de trasgresora, sobre todo, hacer énfasis en la violenta estigmatización social,  producto de la doble moral de la cultura patriarcal y sexista.


BIBLIOGRAFÍA

BEAUVOIR, Simone., “El segundo sexo. Los hechos y los mitos”; Ed. Siglo XXI, Barcelona, 1995.

BURIN, M., MELER, I., “Género y Familia. Poder, Amor, y Sexualidad en la construcción de la sexualidad”; Edt. Paídos SAICF., 3era. Edición., Buenos Aires, Argentina., 1998.

Centros de Integración Juvenil., “Mujer y Drogas”; Ed. Centros de Integración Juvenil, A.C. México D.F., 2004.

INSTITUTO NACIONAL DE LAS MUJERES, “Glosarios de Género”; 2da Edición, México. D.F.,2007.

LAGARDE, Marcela., “Los cautiverios de la Mujer. Madresposas, Monjas, Putas, Presas y Locas”; Ed. Universidad Nacional Autónoma de México, Edición 4ta, México D.F. 1990.

NAVARRO, Roberto., “Cuando Amo Demasiado”; Edit. Pax México. 2da. Edición. ,México D.F., 2004.
TUBERT, Silvia, RAHMAN, Graciela. DE LA ALDEA, Elena, LAMAS, Martha., DIO, Emilce., “La Bella (IN) Diferencia”; Ed. Siglo XXI, 1era edición, México,1991.











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